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Polemizando

Fidel presente en Santiago de Cuba

Un sueño nadie puede preverlo o prohibirlo y había acabado de soñar que Fidel estaba allí sentado en el acto de Santiago de Cuba, 60 años después. Lo busqué anhelante en la pantalla del televisor porque las ansias pueden hacer olvidar realidades, pero no solo encontré su imagen calcada sobre la bella escuela que antes fue el Moncada. El milagro se hizo verdad desde el primer minuto.  Digo incluso que Fidel nunca estuvo más presente y mejor acompañado un 26 de julio. Estaba allí su hermano, el Comandante Raúl, como le llamaron con cariño, un grado militar que suena tierno, íntimo, cercano.  Y cuando recordó que Santiago sigue siendo Santiago, me dije y “Raúl sigue siendo Raúl”. Con el mismo coraje de aquel 26 de julio ha emprendido una faena gigantesca por arreglar todo lo que no funcione bien. Y todo lo que se haga será por los humildes, porque sin ellos como cimiento y objetivo de todos los esfuerzos  se arriesgaría el sueño mayor.  Pero lo más impresionante de este 26 de julio fue acreditar que el Moncada marcó por siempre los destinos de América, que fue un grito de rebeldía internacional. Y que seis décadas después enseña como prueba un continente nuevo con lideres que vienen a homenajear a nuestro pueblo, llaman con orgullo padre y faro y le rinden tributo por su grandeza, coraje, inteligencia y liderazgo histórico al estratega universal que comandó aquel día el primer combate. No podía imaginar Fidel entonces que uno de sus hijos espirituales diría ahora junto a los muros del antiguo Moncada, que el hombre saldrá de la prehistoria el día que los cuarteles sean escuelas.  Al escuchar que Cuba es responsable de que América Latina esté de pie, y que,  si es terrorismo enviar médicos a curar o devolver la vista a los enfermos nuestra patria es culpable, crece en nuestros pechos una sana vanidad por no haber dejado caer la espada cuando otros flaquearon. También nos emociona que nos digan que Cuba respeta a sus amigos o nos alerten con fraternal confianza” No dejen que el imperio les cambie la mente con tonterías”. “Nosotros también quisimos tomar el cielo por asalto”, dijo Raúl. Y siento que sí,  que el cielo fue tomado aquel 26 de julio. Porque aquella chispa prendió la esperanza,  y hoy sabemos que todo nuestro pueblo no solo ha sido absuelto, sino que fue elevado a la más alta cima de la historia, por su coraje y perseverancia en la defensa de los principios que harán posible edificar un mundo más humano. 

 

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