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Polemizando

Guerra al burocratismo

Guerra al burocratismo
La vida burocrática tenémosla por peligro y azote”. Son palabras de nuestro José Martí que advierten del año de quienes se anquilosan en la inercia y ni le exigen esfuerzo al pensamiento para buscar soluciones rápidas a los problemas.
A finales de los años 80 publiqué un material en el periódico Trabajadores con la fotografía en primera plana mostrando una enorme carga de frazadas de piso acumulada en nuestra fábrica santaclareña con la producción detenida, porque no se había determinado el precio de la nueva hilaza utilizada.
El propio día en horas de la mañana recibí la llamada telefónica anunciando la decisión tomada por el ministerio, entonces llamado Comité Estatal de Precios. La aprobación del nuevo precio destrabó el problema de inmediato.
Cuando hoy se choca con dificultades similares uno tiene la impresión, para no poner en balanza la vergüenza, de que ha crecido la mentalidad burocrática.
El compañero Raúl ha dejado clara la política de evitar apresuramientos en las cuestiones estratégicas porque la obra mayor de la revolución no puede ponerse en riesgo bajo ningún concepto. Pero esa justa política no presupone que deba demorarse tanto tiempo la aprobación del nuevo precio del ladrillo y se acumule en talleres sin salida la producción de más de siete meses. Cuatro pesos por un ladrillo ofendía hasta el sentido común. Molesta que haya burócratas que ni se inmutan ante el precio de diez pesos por un cepillo de dientes, necesario para la salud humana en el país que más hace por garantizarla. E irrita más todavía tras haber leído en Cubadebate que por el lento movimiento del cepillo dental en el mercado nacional motivado por su precio, el surtido principal de la empresa avileña que lo produce, carezca de contratos para el 2012. Estas cuestiones deben decidirse con agilidad para evitar contradicciones entre el discurso oficial y la realidad.
Por otra parte, todo lo legislado actualmente no se puede adecuar de un tirón, hay leyes que requieren tiempo de análisis para evitar errores, pero es necesario apurarse a mi juicio en la promulgación de algunas regulaciones, la corrección de determinados precios y la adecuación de la cuantía de algunas multas, como esas de 10 pesos que imponen hoy los veterinarios por graves hechos.
Con razón hoy se exige más eficiencia a los que producen.
Quienes trabajan en oficinas, una labor mucho más noble, tienen la obligación de acompañar ese esfuerzo agilizando las decisiones que resultan perentorias.

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