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Polemizando

Libros deportivos que se beben

Libros deportivos que se beben

La feria del libro es una fiesta. Lo confirmé al ver el parque Vidal convertido en un estadio abarrotado y no fue para disfrutar de un tope deportivo. Se llenó de personas ansiosas hasta el desorden por adquirir dos libros memorables sobre el tema Los hombres de negro de José Antonio Fulgueiras y Casos y cosas de la pelota de Osvaldo Rojas Garay. Los libros de Fulgueiras no se leen, se beben, o mejor aún, se tragan de un tirón, porque envuelven desde el título al lector con su sentido del humor. Este último, Los hombres de negro, llega con la originalidad de su pluma dando voz a los que tienen la espinosa misión de impartir justicia y supe la verdad, porque Reinaldo Taladrid pifió al poner en boca de otro que fue Izquierdo quien dijo a un pelotero que lo ofendía en medio de una calurosa jornada dominical, Olvídate, que no te voy a expulsar, te vas a meter con migo el doble juego. Que suerte he tenido de disfrutar la amistad de Fulgueiras que saltó a fuerza de talento de la corresponsalía voluntaria a las cumbres del periodismo y de las letras. A Osvaldo lo he visto crecer desde finales de los años 70 en que lo acompañaba al Sandino a riesgo de regresar como pudiera hasta el Pre Tony Santiago. Que bueno que ha podido convertir su memoria prodigiosa en tesoro colectivo y cuando al paso de cien años investigue alguien sobre el béisbol cubano de esta época tendrá que rebuscar obligatoriamente hasta encontrar Casos y Cosas de la pelota. Osvaldo es una gloria nacional aunque su modestia innata solo logre arrancarle una sonrisa y lo dice un admirable príncipe de las letras villaclareñas, Yamil Díaz inmunizado contra lo falso y lo superfluo. Habría que ver cuantos gallardos superarían las terribles zancadillas que le ha impuesto la vida, pero sigue ahí en pie, no a la espera de manos piadosas, sino batallando y demostrando lo que es. Allí estuvo en la presentación Abel Prieto Jiménez, que no es un ministro más. Con su sensibilidad poco común, le pidió a Osvaldo que se lo autografiara. -Ojala lo disfrute con la misma emoción que le proporcionó la victoria de Pinar del Río en la serie pasada, le escribió Osvaldo y enseguida escuchó. - Lo leeré con mucho placer. Entonces yo, que a su lado he estado siempre como edecán o escolta espiritual y lo he visto sufrir, porque a Osvaldo todo le ha resultado difícil, hasta conseguir un empleo, quizás entienda como nadie a Yamil cuando dijo, que lo había emocionado más el libro de Osvaldo que los suyos. Y si no he dicho todo lo que merece este ilustre hijo de Báez, imaginando con cuanto orgullo habrían vivido este momento, Charles, Caruca y William, que ya no están, es por ese perverso complejo campesino que no he podido arrancarme, porque se muy bien que muchas personas saben que Osvaldo no es mi amigo. Osvaldo Rojas Garay es mi hermano.

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