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Polemizando

Al borde de otra guerra mundial

Al borde de otra guerra mundial

No es alarmismo. El mundo está en peligro. En cualquier momento podría estallar una conflagración mundial. Bush iniciaba guerras con falsos pretextos, Obama igual, pero sonriendo. Vivimos como un reciclaje de la historia. No es grande el contraste  con la Europa de los años finales de la década del 30 del siglo pasado ni es menos voraz el apetito de las grandes potencias por repartirse el mundo. Recuerdo la mirada ambigua de mi profesor cuando al tratar de hacerme comprender por los años 70 que la URSS firmó el pacto Molotov- Ribbentrop para ganar tiempo, repitiendo la historia “oficial” de los manuales soviéticos impartida entonces, le solté mi duda ¿Y no sería acaso Hitler quien ganaba tiempo?. Crecí viendo el planisferio ampliamente pintado de rojo hasta el derrumbe simbolizado por la caída del muro de Berlín. Pero no finalizó la historia como algunos trataron de inculcarnos,  aunque realmente la voltearon hacia la prehistoria. Errores aparte del llamado socialismo real, que no fueron pocos, los pueblos de Europa del este han podido percibir al cabo de 20 años que no arribaron al paraíso y que el capitalismo existe para proteger a los ricos. El mundo por demás, es todavía más inseguro que cuando la prédica y accionar de la URSS por la coexistencia pacífica rindió pequeños frutos con la firma de algunos tratados que al menos impidieron que la guerra fría diera paso al fuego.  El imperio respetaba entonces el poder militar de la otra superpotencia nuclear. El derrumbe del sistema socialista mundial, lejos de traer la ansiada paz, acercó la posibilidad de guerra. La OTAN no despareció, se fortaleció.

Hoy el imperio actúa con más saña e impunidad, como si temiera que el tiempo se le escape y no pueda cumplir su sueño de dominio mundial. Yugoslavia, Iraq, Afganistán y más recientemente Libia, destrozada por aviones y misiles de avanzadísima tecnología,  hacen pensar que decidió precipitar las acciones.

La actual coyuntura recuerda a Hitler, cuando asaltó la industrializada pero indefensa Checoslovaquia,  y luego a Polonia, para abalanzarse más tarde sobre la Unión Soviética, violando groseramente el pacto de amistad y no agresión que había firmado.

  

Hoy muchos analistas y políticos coinciden en que EEUU y sus aliados buscan el petróleo que demanda su maquinaria industrial y guerrerista.

Pero no se trata solo del vital oro negro. La intención del imperio está enmarcada en el plano geopolítico. Su mirada se enfoca hacia Rusia y China, los dos polos que por su poderío económico, industrial y militar pueden emular con el imperio y superarlo al cabo de algunos años. ¿Como no darse cuenta si cada nueva conquista es como otra vuelta de tuerca hacia el cerco de las dos potencias asiáticas?.

No haber usado el derecho al veto en el Consejo de Seguridad de la ONU  abrió las puertas a la arbitraria agresión contra Libia, bajo el pretexto de salvar civiles, que murieron a los pocos días por millares bajo el efecto de sus bombas. Lección aprendida.  El uso ahora de esa herramienta ha evitado hasta la fecha que se repita similar tragedia en Siria, un país que de ser invadido, por su mosaico de religiones, etnias y tendencias políticas, haría estallar en llamas al oriente medio.  El cerco contra Irán se estrecha cada día, no es solo mediático, y hablamos de una nación con tradición heroica y una potencia militar que incluye misiles que pueden alcanzar objetivos a 2 mil kilómetros. Por tanto no sería un paseo y nadie podría asegurar, de comenzar una guerra contra ese país, como concluirá.  

La alianza de Rusia y China con los llamados países emergentes y demás pueblos amantes de la paz, resulta imprescindible para amordazar a quienes hoy juegan con la guerra, como si en el siglo 21 existiese alguna fórmula mágica para salvarse, de ocurrir una conflagración mundial.

Los que dirigen el complejo militar industrial de EEUU, tras quienes marchan como en manadas sus aliados, debieran meditar sobre la frase de aquel general norteamericano que alertó hace bastante tiempo, que el fin del imperio sería atacar a China. Y agrego que Rusia no ha sido jamás conquistada.

Tal parece como si los halcones del imperialismo recorrieran de nuevo el camino trillado siete décadas atrás por las hordas hitlerianas. Se pondrá a prueba con prontitud la sabiduría o tozudez de sus políticos, porque con la tecnología actual no existen alternativas a  la paz. Quienes proyectan el camino de la guerra deben saber que las opciones son escasas: De no desaparecer totalmente la especie humana, algo poco probable, los sobrevivientes sentarían en el banquillo a los culpables, para juzgarlos sumariamente, en un nuevo Nuremberg.

  

1 comentario

Pablo -

HOOOOOOOOOOOOOOOOO Santa te Quiero papa noel