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Polemizando

SEVAJANES: UN HOMBRE ENTERO

SEVAJANES: UN HOMBRE ENTERO

Por el nombre de Orlando, creo que solo lo llama su pareja de siempre. El apellido estentóreo lo anuló como suele ocurrir con las rarezas del lenguaje. Sevajanes parece un vocablo solitario, como es hombre inusual quien tuvo la dicha de popularizarlo. Lo conocí hace más de 20 años, y su mirada azul, el carácter flemático y la convicción que impregna a sus argumentos marcaron el inicio del respeto inquebrantable. Atendía entonces la prensa como funcionario del Partido en la provincia. Después fui conociendo en extensa compañía trazos de su biografía arrancados a la modestia verdadera, la que nace, no del pacato deseo de pasar inadvertido, sino del convencimiento de que la gloria, aunque de veras existiera, de todas formas resulta efímera. Supe de su alegre y próspera juventud de comercio y billetes. Pero la alborada del 59 lo convirtió en un hombre entero y decidió compartir la estrella y el destino de los más humildes. Por eso se le vio en los años fundacionales de la seguridad del estado enfrentando bandidos que trataban de detener la obra de Fidel y desde entonces ha cumplido múltiples tareas y misiones. La última, la que da paso al descanso merecido después de más de cinco décadas de esfuerzo, aquí en la radio, como jefe de información, con la insomne pupila de los justos escudriñando cada material periodístico, durante más de dos décadas, no con ánimo de censor, sino del amigo que ayuda para que el producto final sea superior. En estos años, reclamo suyo ha sido para construir, como una lanza transparente que se resiste a dar espacio a la simulación. Siempre ha dicho lo que piensa sin medir consecuencias, porque aprendió con Martí los valores de la honestidad. Ahora que logra al fin escabullirse de los rigores de la vida laboral, debe conocer cuanto lo admiramos y necesitamos. Seguiré siendo subordinado suyo para siempre, Sevajanes, porque solo a usted le he dicho jefe, en señal de aprecio y no de la execrable adulación. Y cada vez que tenga dudas sobre la conveniencia de publicar un comentario, acudiré a su verbo aclaratorio. No estará usted en el mar como la perla de la mora del poema martiano, sino cerca, y no dudo que en cualquier momento, le roguemos al reparto Virginia y a Elenita que nos lo devuelva, para que nos siga alumbrando con su paciencia y experiencia.

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