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Polemizando

El déficit de pensamiento estratégico

Si hay algo deficitario de verdad en la agricultura cubana  en mi opinión es el pensamiento estratégico. Al menos lo que he visto en las dos últimas décadas es correcorre y desgaste de los cuadros que trabajan muchísimo detrás de cada problema, y no se acaban de  analizar con integralidad. El aumento de precios es la “solución”  más fácil y al pasar los años el problema lejos de solucionarse se acrecienta. Recuerdo como el pago en divisa  comenzó  a pagarse por los  vegueros hasta generalizarse en varias ramas incluyendo los que están lejos de sufrir el severo sol de agosto, pero después de esa medida ha habido incluso que importar tabaco. O sea, el dinero no es la vara mágica que lo resuelve todo.  Las causas principales de los problemas de la agricultura hay que buscarlas en la falta de disciplina y exigencia, y en el desorden generalizado de la comercialización que ha desmotivado la producción a favor de vender. El escenario ha cambiado y cuando prevalece el mercado siempre habrá quien pueda darse el lujo de pagar  un precio superior al ofrecido por el estado, por muy justo que sea. ¿Hasta donde vamos a llegar?, es la pregunta recurrente.  Como acaba de plantear el compañero Raúl en el parlamento  se “reafirma a la planificación como instrumento indispensable en la dirección de la economía, sin negar la existencia del mercado”. Entonces no creamos que a la subida del precio de compra del frijol, para nombrar un producto de primera necesidad, seguiría una avalancha de productores listos para entregarlo. “Ustedes verán a que precio se pondrá el frijol” dicen muchos en voz baja, y de paso no cargan la cruz de quienes se buscan problemas, mientras el reportero cumple el deber de alertar en voz alta.  La ley del mercado no ha motivado la producción de ninguno de esos renglones  agrícolas que se ofertan a precios libres. Es la empresa avícola,  estatal y socialista,  sin embargo, a partir de una seria planificación, en primer lugar del pienso que demandan las ponedoras,   la que puede darse el lujo de abarrotar nuestras bodegas con el huevo a un precio inferior al que se vendía poco tiempo atrás.  No sugiero que el frijol es igual, ni que debiera estatizarse su producción. Digo que topar su precio de venta para todo tipo de vendedores, sería más racional que pagarlo más caro al productor para garantizar las simbólicas diez onzas que recibe mensualmente cada consumidor en la bodega, mientras que el mayor volumen habría que seguirlo comprando y pagando a un precio mayor todavía que el de hoy.   

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