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Polemizando

Invitación al optimismo

Invitación al optimismo

 

El período de descanso fue perturbado por una frase recurrente, “el periodista critica lo mal hecho pero no hay respuestas” insinuando que braceamos en el vacío. Además de inexacto ese criterio se convierte en una invitación al pesimismo que parafraseando al cantor es como un llamado a arrepentirse, y en la batalla por enfrentar los problemas no hay margen para el desánimo o el cansancio. Traigo como pruebas de que no siempre las preguntas quedan sin respuestas los dos últimos materiales publicados. En horas fue resuelto el destino de la leche de cabra del manicaraguense Zenón, el mejor criador de esa especie en Villa Clara. Un poco más de tiempo debió esperar el ganadero Gustavo Cuevas en Minas Ricas para que le recogieran los más de cien litros de leche diarios que producen sus vacas, pero el problema tuvo solución luego del accionar de las autoridades. Son solo dos ejemplos que prueban el por qué del permanente llamado de Raúl al control y la exigencia. Comparto sin embargo la opinión que amenaza con generalizarse de que en los últimos años muchos esconden la cabeza como el avestruz ante la crítica como esperando que el tiempo se lleve las palabras y olvidando que la gente tiene magnífica memoria. Es un problema nacional y que a mi juicio solo pudiera explicarse por un déficit de vergüenza, porque ante la crítica se puede disentir, e incluso replicar con argumentos, pero nunca callar. También están de moda las justificaciones como se evidencia en algunas respuestas administrativas a los lectores de Granma que son verdaderos ladrillos de media página para explicar la imposición al final de tiernas amonestaciones y hasta señalamientos críticos para responsables de violaciones y faltas bien serias. No faltan incluso, ejemplos negativos como el del grupo nacional de granos de la agricultura que arremete contra el productor que se quejó, sacándole en cara lo que antes no había detectado, lo cual en buen cubano parece represalia. El camino hacia el perfeccionamiento de nuestra sociedad presupone cumplir con la enseñanza perenne de Fidel de saltarle encima a los problemas y no descansar hasta resolverlos. Acabo del leer por enésima vez y no me aburre El Principito, esa pequeña obra maestra del francés  Antoine de Saint- Exupery y uno queda prendido de la bella metáfora expuesta “lo esencial es invisible para los ojos”. Pero lo que nadie tiene derecho es a cerrar los ojos ante las cuestiones esenciales. 

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