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Polemizando

El periodista es un combatiente

El periodista es un combatiente

 

Áspero es en ocasiones este oficio del periodismo, el más estresante después de pilotear aviones según especialistas y uno de los que más carga de amor reclama para sortear los sinsabores que deja como huellas muchas veces. Solo el orgullo de ser leales a la verdad que es más bella sin adornos y el cariño del pueblo pueden recompensar con creces su ejercicio. Si cometes un error te evaluarán por él y si a fuerza de investigar hasta el detalle logras eludir las pifias durante decenas de años,  de todas formas tu enfoque podría ser enjuiciado. Poco bien se le hace a las proyecciones estratégicas del país  que incluye la necesaria transformación de nuestro periodismo, si jamás se cuestiona a quienes lo ejercen desde la cómoda posición laudatoria como si las alabanzas sin fundamentos sólidos pudieran por si solas transformar realidades. Quien ejerce el periodismo crítico, debe estar sin embargo a la espera de las interpretaciones que pudieran ser hasta pueriles o infundadas. El periodista revolucionario es un combatiente más que con el arma de la palabra ayuda a enderezar lo que ande torcido, fotografiar las sombras, denunciar lo degradante, ofertar propuestas y también reconocer lo que anda bien, pero no para buscar falsos equilibrios sino para mostrar el rumbo más certero a otros que se tardan demasiado en tomarlo mientras el país debe esperar por su paciencia. Solo esa es la modesta contribución que puede hacer el periodista quien no debe ser visto jamás como responsable de un problema por sacarlo a la luz y que solo espera unir su voluntad a quienes tienen la posibilidad real de contribuir con decisiones a encontrar soluciones.  No mentir jamás es un principio básico para todos en que nos educó la revolución, más allá de profesiones. Y la verdad siempre se abre paso como el agua cristalina. La misión de la prensa es reflejar con objetividad la realidad con ánimo de perfeccionarla siempre. No se trata de una de cal y otra de arena. Ante el reclamo de elogio para una feria agropecuaria efectuada días atrás en Santa Clara que me hizo con  íntegro espíritu un extenuado trabajador de acopio, le respondí. “Lo que vale es que el pueblo está hablando bien de la feria”. O sea,  un periodista responsable jamás excederá el papel de portavoz de nuestro pueblo que tendrá siempre a su servicio nuestros micrófonos leales a Fidel y a Raúl.       

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