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Polemizando

HABLEMOS MENOS Y ESCUCHEMOS MAS

HABLEMOS MENOS Y ESCUCHEMOS MAS


Animó este comentario un párrafo particularmente interesante del discurso de nuestro segundo secretario, compañero José Ramón Machado Ventura, este 26 de julio. “ Los dirigentes políticos o administrativos debemos estar conscientes de que antes de hablar, se debe escuchar  con atención y sobre todo tener en cuenta lo que dicen los demás, no solo en las reuniones sino conversando individualmente con los compañeros, sin que nadie se crea dueño de la verdad absoluta”. Palabras esenciales, que encierran en si mismas el espíritu democrático de nuestra obra y que no se puede perder. Atisbos existen y el alerta no es gratis. Al reunionismo de por si dañino, se une durante los últimos años, y es mi experiencia personal, el afán de hablar más desde las presidencias y escuchar menos al plenario, a pesar de la máxima ancestral de que nos hicieron con dos orejas y una sola boca. Se pierde así un espacio privilegiado para el intercambio de experiencias, para conocer como funcionan las estructuras en la base,  o el cumplimiento de las indicaciones superiores. Se ha llegado incluso a considerar buenas reuniones, aquellas en que no salen a relucir los llamados cartuchos de alacranes o tiñosas, sin darnos cuenta que lo peor sería que al final las personas se marchen sin expresar sus inquietudes. Porque lo que si está claro es que difícilmente algo se solucione sin plantearse o conocerse. Es necesario desprenderse del hábito malsano de querer persuadir a todo el mundo con nuestros argumentos sin pensar en la posibilidad de dejarse persuadir, porque los demás pueden tener razón. En una reunión reciente de cuatro horas, tengo que decir por elemental honestidad  que lo más interesante se lo escuché a tres campesinos, uno de ellos incluso, en una breve y casi imperceptible frase lapidaria “Eso mismo me dijeron en la reunión anterior”.  No basta con dar correctamente una indicación, si después no funcionó el sistema hasta la base y esa es una buena manera de enterarse cuando ocurre. En fin, las reuniones cada vez que se puedan evitar son mejores, y cuando resulten imprescindibles, serán mejores si se usan para escuchar  más que para hablar.

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