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Polemizando

EL HUMORISMO Y EL PERIODISMO

EL HUMORISMO  Y EL PERIODISMO

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Voy a hablar de un tema serio aunque no lo parezca. Envidio a los humoristas su capacidad para sintetizar la realidad, pero como la naturaleza no me concedió ese don, me conformo con observar cuantas similitudes  unen el humor y el periodismo. Ambas profesiones ponen a meditar al destinatario sobre verdades calcinantes no siempre bien asimiladas como es de suponer. En ocasiones quizás llegue a sollozar un irresponsable al sentirse fotografiado,  lo mismo por el fulminante verbo de Mentepollo que por el aguijonazo penetrante de un comentario irrefutable. Aunque reconozco la ventaja de los humoristas que  hacen reír a carcajadas, muchos materiales periodísticos también levantan al menos sarcásticas sonrisas con la repetición continua de logros, loas, éxitos, sobrecumplimientos, felicitaciones  y reconocimientos que no se corresponden con la cruda realidad social. Pero existe otro cordón umbilical que parece unir cada vez más al humorismo con el periodismo: la callada por respuesta ante verdades irrebatibles, una sordera que parece legitimar la abulia o la desidia, cuando los irresponsables dejan pasar el tiempo que consideran, borrará del éter las verdades, y el humorista o periodista, guarde agotado su lanza justiciera que busca el bien común. Tiene ventaja el que hace humor, no cubre actos intrascendentes ni reuniones insulsas, mientras noticias verdaderas se deslizan en ocasiones sobre sus propias narices. Debe escuchar tranquilo en ocasiones la sugerencia populista de entrevistar al campesino, "al de abajo", a ese que está allá lejos, en la tierra, derramando sudor, sin  siquiera proponerte que te ayudará con el transporte a cumplir la tarea. Como si no supiera uno que el campesino más que una entrevista, necesita atención, que hablar por radio o verse en un periódico, no sustituye ni modera su justa incomodidad, ante el insumo que no siempre le llega, porque ladrones lo robaron de la  cadena distribuidora para vendérselo después inescrupulosamente  a precios crueles. Preferiría que me sugirieran entrevistar a uno de esos rufianes que viven del sudor ajeno. Termino con gusto a riesgo de parecer ridículo con una frase que pudiera sonar panfletaria. Esta batalla es de todos, y la ganamos con Martí, “con todos y para el bien de todos”. 

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