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LA CIENCIA EN EL SURCO

LA CIENCIA EN EL SURCO

Con claridad meridiana se traza en el proyecto de lineamientos de la política económica y social del partido y la revolución lo que debe hacerse para lograr que la investigación científica y sus logros se introduzcan y generalicen en la práctica productiva. Muchos científicos han visto engavetarse durante años resultados que de aplicarse evitarían incluso importaciones al país. Cuba no puede darse el lujo de investigar por investigar, hay que sacar cuentas. En el sector agrícola por ejemplo deben incidir en la producción y la salud animal y vegetal. Integrar la investigación científica al sistema empresarial constituye la esencia de lo que debe hacerse. Vayamos a lo concreto. No basta que nuestro Instituto Nacional de Investigaciones en viandas tropicales de Santo Domingo haya probado que con una estrategia clonal adecuada de la yuca, se puede producir esa vianda todos los meses del año. Hay que planificar su cumplimiento hasta la finca del productor. Si el Tetuán del boniato se puede eliminar con el manejo integrado, no se puede dormir tranquilo mientras se pique un solo tubérculo por no aplicarlo. Si contamos con una biofábrica que es la mejor del país, la tarea no concluye hasta que se extraigan todas las vitroplantas libres de plagas y enfermedades, se siembren y produzcan. Si está probado que tal variedad es la más apropiada para determinado suelo, no basta con cumplir planes de siembra, sino poner en cada lugar la que corresponde. Si está confirmada la efectividad de los entomófagos y Entomopatógenos en la sustitución de productos químicos que dañan incluso el medio ambiente, hay que producir los niveles adecuados para que no falte ni en una sola finca de ningún campesino. Si contamos con una excelente estación de pastos y forrajes en Cascajal, la meta es, como comenzará a hacerse el próximo año, poner en el plan y cumplir la plantación de pastos de alto valor proteico que sustituyan los pastizales naturales y no conformarse solo con la caña y el kingrás. Significa que no baste con que la estación de café de las montañas haya demostrado que haciendo las cosas bien en la práctica productiva, podemos volver a tener cafetales con altos rendimientos, y no tener que comprarlo a los vietnamitas que enseñamos a producirlo como exponía en su vibrante discurso en la asamblea nacional, el compañero Raúl Castro.

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