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Polemizando

Combatientes contra el bloqueo yanqui.

 

Dos bloqueos dañan la agricultura, como a otros sectores, el acoso económico que Estados Unidos desata con saña durante más de 50 años y el que provoca los errores, la irresponsabilidad de quienes no hacen siempre lo que les corresponde. Contra los dos hay que luchar cada minuto, el primero denunciándolo y buscando alternativas que permitan sortear sus dañinos efectos, el segundo, con exigencia y disciplina en cada lugar, desde el sembrado hasta la vaquería. Digamos que las plagas y enfermedades, muchas de ellas introducidas por el enemigo para dañar la producción agrícola han obligado al país a adquirir paquetes tecnológicos específicos que incluyen insecticidas y fungicidas carísimos en el mercado mundial. Para contrarrestar sus efectos se ha desarrollado como nunca la producción de medios biológicos, como entomófagos y entomopatógenos que han demostrado su efectividad, además de la ventaja de no afectar el medio ambiente. Especialistas aseguran que el bloqueo impide la entrada al país de quid diagnósticos de Estados Unidos para detectar plantas infestadas con virus, cuando no hay sintomatología visual, y también se ha negado el acceso a tecnologías de punta para la producción de bioplaguicidas existentes en Norteamérica. Pero los efectos del bloqueo se manifiestan también cuando el país se ve obligado a comprar insumos, no en el momento que los necesita, sino cuando aparece una oferta menos leonina. Y económicamente causa perjuicios por ejemplo tener que adquirir desde junio los fertilizantes para la papa que se plantará a finales de año, con gastos adicionales correspondientes a su almacenamiento y custodia durante varios meses. El bloqueo obliga también a pagar más divisas en fletes para adquirir alimento animal. Por eso, cada campesino o trabajador agropecuario tiene en su mano una herramienta insustituible para contrarrestarlo. Lo hace cuando cumple sus compromisos de entrega de maíz, componente vital de los piensos, o de cualquier renglón alimenticio que Cuba debe comprar afuera cuando aparece y a precios crecientes, pudiéndolo producir aquí. Por eso los productores agrícolas cuando cumplen sus compromisos se convierten en eficientes combatientes contra el bloqueo imperialista.

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