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Polemizando

Escribir en Vanguardia.

Escribir en Vanguardia.


Ejercía mi gran sueño desde hacía varios meses en la radio en aquel ya distante año 1985, pero realmente me sentí periodista cuando vi mi nombre impreso por primera vez en nuestro querido periódico Vanguardia. Todavía guardo el artículo sobre Iván Tristá, un villaclareño, oficial del ejército soviético en la Gran Guerra Patria.  Se trataba de una infantil vanidad porque en esta profesión solo el tiempo y los consumidores pueden dictaminar si ya eres periodista. Vanguardia cumple 50 años y es preciso hablar de los más recios pivotes que sostuvieron siempre su estatura. Con Pedro de la Hoz, el destacado periodista cubano,  hoy en Granma, cubrí mi primer evento con el entonces ministro de la industria ligera en nuestra textilera. Llené varias hojas en la agenda y el no copiaba nada. El material que publicó al día siguiente sin embargo apabullaba mi adolescente nota. Vanguardia me dio la posibilidad de conocer, intercambiar y admirar al patriarca Roberto González Quesada, de estatura breve pero sin dudas  el más grande, quien ya longevo escribía con garra excepcional  la sección Contrafilo que extrañaremos siempre. Con José Ramos Pichaco recorrí los campos y compartí reuniones consiguiendo conocimientos sobre la agricultura, mientras disfrutaba el periodismo diario de Otto Palmero, Guido de Armas, Mercedes, Ricardo González o Luis Machado, entre otras excelentes plumas.  Hablo de aquel pretérito porque nada triunfa sobre el olvido de las glorias pasadas, pero sigo buscando todavía  cada sábado nuestro periódico que entra en la madurez dotado del gancho impaciente que envuelve dejando como buen síntoma los deseos de volver a leer aquellas ocho páginas diarias. Sería deshonesto esconder que siento añoranza por su color azul, pero sigo pensando por supuesto que el contendido es lo primario. Y sin ánimo de adulaciones pueriles o astucias para solicitar espacio, hoy comprimido para tanto talento, evoco 27 años después aquella primera publicación personal,  porque aún creo que escribir en nuestro Vanguardia, es como un pase a la posteridad en la querida profesión del periodismo.   

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