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Polemizando

La grosería y las memorias de Chavarría

La grosería y las memorias de Chavarría


Disfruté recientemente la lectura de las memorias de Daniel Chavarría, el intelectual de origen uruguayo que llegó a Cuba hace más de 40 años, cargado de sueños, y tras compartir con nosotros triunfos y errores enfatiza su convencimiento de vivir en la sociedad más justa, ética y solidaria del planeta.  Pero no siempre pensó igual.  Al llegar a nuestro país  el entonces joven intelectual de ideas izquierdistas sufrió decepciones que expone así: 

“Mi verdadero disgusto empezó en los restaurantes. La grosería y prepotencia de los trabajadores, el ambiente de los comensales que me rodeaban, hicieron tambalear mi firmeza revolucionaria y todo mi edificio ideológico al punto de valorar si no sería mejor abandonar el propósito de quedarme en Cuba.

El desbalance entre oferta y demanda propiciaba el despotismo de los empleados, en tiendas, oficinas, administración pública, hospitales, y lo peor era el severo desgano con que me miraban cuando yo me acercaba a pedir una simple información. De modo que aquello era Cuba. Si a solo 11 años del triunfo revolucionario aquellas carencias, mal gusto y prepotencia de los trabajadores, desgano y amargura de todo el mundo eran los resultados del socialismo, lo mejor sería huir de él cuanto antes”, llegó a pensar Chavarría y continúa: “Pero me he convencido de que el perfeccionamiento masivo de un pueblo  requiere mucho tiempo, de que los franceses de hoy empezaron a reeducarse en 1789 y por eso ya no escupen ni eructan en los restaurantes”.

“Persisten en Cuba muchas carencias, descuidos, trabajadores corruptos, una fuerte presencia de hábitos solariegos, funcionarios negligentes, conciencias pancistas, pero las virtudes del humanismo revolucionario encabezados por Fidel no tienen parangón en el planeta.

 

Este es el único país que gradúa médicos capaces de ir a trabajar por pura solidaridad y un salario ínfimo a las faldas del Himalaya, a las selvas de Centroamérica o a las aldeas africanas”, expone en sus memorias el escritor de origen uruguayo.

Realmente nos falta mucho  todavía para suprimir el lenguaje soez y la chabacanería, la indisciplina social, la falta de combatividad o el conformismo con estas manifestaciones. Esta no es tarea de un año, pero nunca como hoy, a mi modo de ver, se están enfrentando más de frente sus causas con el perfeccionamiento de nuestro modelo económico. Y no creo que sea fortuito ni lisonja,  que Daniel Chavarría, después de vivir aquí por más de 40 años y compartir victorias y reveces, avances y retrocesos, éxitos y errores,  haya manifestado su convencimiento de vivir en la sociedad más justa, ética y solidaria del planeta.

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