Blogia
Polemizando

50 años de la UJC: Del ímpetu a la lealtad.

50 años de la UJC: Del ímpetu a la lealtad.

 

Es tan grande mi deuda con la UJC que sería una deslealtad permanecer callado al cumplir 50 años. En mi retina se mantiene aquel pequeño radio Taíno que me compró mi padre como recompensa al enseñarle orgulloso mi primer carné rojo a los 14 años.

A partir de ese instante comencé a apartarme de las travesuras del adolescente porque “había que ser ejemplo” y aprendí en su seno a subordinar el deber a algunos sueños personales. Conocí también de las actas inventadas para no reunirnos o de los por cientos de asistencia exagerados.

Mi rebelión defendiendo  la verdad ante el cuestionamiento por lo que llamaron desde la presidencia “pobre asistencia del 85 por ciento al círculo político  del comité de base”, me salvó por la intervención redentora del entonces primer secretario de la UJC en la Universidad Central, no por casualidad durante muchísimos años jefe de departamento del comité central del Partido. Esa vez, defender la verdad, lejos de costarme caro, motivó elogios, llegó una promoción y hasta integré tiempo después el plan de formación de cuadros del comité nacional de la organización. Maduración con carburo, se diría hoy con razón.

La UJC me abrió las puertas de la querida CMHW, y lo recuerdo muy agradecido. Pero más que datos biográficos prefiero compartir esencias de las vidas juveniles de mi generación.

Fueron tiempos de menos desigualdades materiales y un entusiasmo con el que podíamos asaltar las estrellas. Era común encontrarnos en los años previos al desastre europeo, en centros recreativos donde podíamos consumir con relativa holgura la cerveza o las exquisitas comidas de los restaurantes.  Pero también nos encontramos en los campamentos agrícolas, sembrando boniato, cortando caña, o con el fusil y el cargador junto a la cama en Angola o Etiopía.

También nos percatábamos y polemizábamos, sobre prohibiciones absurdas, esquematismos, y los llamados problemas ideológicos  que dañaron al amigo por hablar inglés o a Ramoncito por ser homosexual.  Pero los errores se superan y se asumen sin rencores, para que triunfe lo más bello del alma.

 Solicito con humildad que me perdonen la envidia que siento de los jóvenes, que sueñan, exploran y descubren. Por eso reclamo a los 50 años, como la UJC, la doble militancia, porque no encuentro diferencias entre los dos carné. Y sería imperdonable dejarse abandonar por la frescura, el ímpetu, y la energía de la juventud, que debemos sumar a la lealtad, para seguir creciendo en este instante crucial de la patria.      

0 comentarios