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Polemizando

PARA QUE NO HAYA QUE GUARDAR LAS TAZAS DE CAFE.

PARA QUE NO HAYA QUE GUARDAR LAS TAZAS DE CAFE.

Maltrata los oídos la cifra de casi 50 millones de dólares que el país tiene que gastar cada año comprando café en el exterior para asegurar una cuota que no alcanza. El problema recuerda el cuento infantil del coco que parece que nunca llegará y un día te sorprende. Pues tendremos que tomar tilo,  como sustituto, que como valor agregado calma los nervios, mientras se recupera esa importante producción. La caída productiva experimentada por ese renglón es nacional, pero hablemos de Villa Clara. Resulta agónica la tarea de llegar en esta campaña a las 30 mil latas, sin hablar de los gastos, cifra que se recogía en apenas dos días 20 años atrás. No voy a repetir la historia del tabaco, perdón, del café. Solo diré que lo han afectado factores objetivos y también subjetivos. Pero repito con Martí que el lamento es de ruines cuando está enfrente la obra. Nuestra provincia tiene la ventaja de haber comenzado antes el programa de recuperación, se han plantado centenares de hectáreas nuevas para resolver el gran problema del envejecimiento de los cafetales. Incluso fue la primera que comenzó a plantar en el llano, más de 30 hectáreas compactas en Camajuaní, con tal exquisitez que no puede faltar una mata. Se cuenta además con una estación científica en Jibacoa que posee el mayor banco de germoplasma de Cuba y donde han demostrado en su pequeña área que es posible obtener rendimientos que compiten con los mejores del mundo. Pero el programa cafetalero, haciéndolo todo bien, no llegaría todavía en el 2015 al volumen de nuestro mejor año y no satisfaría las necesidades y es tiempo de apurarse. Por lo pronto sería aconsejable que todo el que tenga un área donde pueda plantar 20 matas para su autoconsumo lo haga. La variedad robusta, más adaptable al llano, no destila el aroma del caturra, el nacional o el Villalobos, pero no tiene el amargor del chícharo tostado. Además del reciente aumento del precio de compra, debe desaparecer la absurda prohibición de su comercialización, como vehículo de motivación al desarrollo de ese cultivo. La dirección de la agricultura ha indicado la siembra de cinco hectáreas por municipio. Si se producen en tiempo las posturas suficientes, se capacita a los productores, incluyendo los nuevos y se motivan, esa superficie podía resultar insignificante. Nada se puede dejar a la espontaneidad y no hay razón que impida a cada productor tener su pequeña plantación, aunque sea para su autoconsumo, será café tomado por cubanos. Cuando haya miles de cafetalitos, ni la broca, si sequías, ni ciclones, ni la recolección, serían problemas y estarían bien atendidos. La más alta dirección del país no nos está pidiendo producir café para exportar, nos estremecen las palabras de Raúl, para que produzcamos el que necesitamos los cubanos, lo cual es perfectamente posible a menor plazo, si la mata pare a los tres años.  En el sector campesino está  el potencial para evitar que tengamos que cambiar la centenaria costumbre de consumir café por la infusión de tilo o caña santa.       

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